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De piercing, tatuajes y tetas en el "college"

  • Foto del escritor: Jesús Alberto Buitrago
    Jesús Alberto Buitrago
  • 16 dic 2009
  • 2 Min. de lectura

No sé que pensaran ustedes, pero yo me asombre cuando en la reunión de padres de familia las directivas del college – colegio – advertirán que se trata de un colegio bilingüe donde sus directivos deben haber conocido algunas culturas, más aperturadas que la nuestra; solicitaban solidaridad con su decisión de prohibirles a los alumnos la utilización de piercing o la implantación de tatuajes; por supuestamente, nada serio y científico, pero finalmente, con el argumento de autoridad, “está prohibido en el manual de convivencia”.


Hay que evitar que los niños se enfermen por tener piercing o que en un futuro laboral no sean admitidos en las fuerzas militares o en algún empleo por tener tatuajes. Ese el principal argumento u otro: dizque supuestamente los tatuajes son prueba de que tenemos problemas de personalidad o algo parecido, en todo caso nada bueno, no podían decir más horrores.


Varias cosas se me ocurrieron, pero el silencio aceptativo del auditorio me amedrento, solo atine a replicar que no era posible que se les exigiera a los alumnos el asumir reglas de exclusión social fundados en criterios estigmatizantes, cuando precisamente había que enseñarles que liviandades como esas no pueden ser factor de exclusión y por el contrario solicitarles que cuando fueran empleadores no cometieran el error de sacrificar el valor de la unicidad del ser humano por la existencia de un piercing o un tatuaje: lo anterior por dos aspectos fundamentales: La aceptación borregada de reglas irrazonables son la mejor manera de perpetuarlas y finalmente porque por vía de las exclusiones basadas en sutilizas como las comentas, se allana el camino a las grandes exclusiones de las poblaciones diversas y eso si que es fatal.


Pero si finalmente fuera valedero al argumento de poner en peligro la salud por ser procedimientos invasivos – lo que no está en discusión ni se discutió – lo que originaria la reglamentación de los procedimientos y no la prohibición. Cabría preguntarles a todos los directivos o profesores – que infortunadamente se multiplican por doquier – porque no se las ha ocurrido incluir en los manuales de convivencia la prohibición de las cirugías estéticas o plásticas (tetas, narices o caderas), por esos si ser procedimientos altanamente invasivos y en verdad mortales? Cuantos colegios se quedarían sin población femenina…


Normas de ese linaje no pueden ser avaladas en una sociedad democrática, por tanto rápido a modificar tales manuales de convivencia, que de paso no son revisados por los funcionarios de la secretaria de educación, como debía ser.

 
 
 

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